#64 No aceptes caramelos de desconocidos
De pequeño te decían eso de que no se te ocurriera coger caramelos de nadie en la puerta del colegio.
Y podría decirse que la recomendación surtía efecto. Lo tenemos grabado a fuego. Al menos los boomers.
La realidad es que no había muchos malos en las puertas de los colegios.
Lo que querían nuestros progenitores es que no confiáramos en nadie. Y que fuéramos cautelosos con los regalos.
Y no. No hemos aprendido nada.
Aceptamos regalos que nos hacen mal. Nos los hacen gente sin escrúpulos y con intereses meramente espurios.
¿Por qué te cuento esto de los caramelos?
Esta semana en un foro contaba alguien como en una sucursal bancaria, que es dónde recogen a las personas que antes estaban en las puertas de colegios con bolsas de caramelos amargos, le dieron un caramelo el año pasado:
“Si te haces un seguro de salud, te dejamos de cobrar comisiones en tus cuentas y demás”.
Este hombre no hace cuentas, y claro si todo el mundo tiene seguro de salud, y encima dejo de pagar lo que vengo a reclamar. Pues a ver si es de menta el caramelito.
Este año, un año después, comprueba que le están volviendo a cobrar comisiones.
Va a ver al señor de la bolsa de caramelos y le dice “acuérdate que hice tu seguro para que no me cobraras…”, y el de los caramelos le dice, ya pero ahora es que con ese seguro ya no sirve, tienes que hacerte este otro de fresa… pero ácida.
Al este hombre se lo pone cara de niño enfadado, dueño de la pelota y piensa que se la lleva a casa, y en un contrataque naif, le dice “pues anula el de salud del año pasado.”
A lo que el hombre de los caramelos le espeta, “no, no puedes… firmaste la póliza del año pasado por tres años”. Te quedan dos años de consumo de caramelo obligatorio, y te va a ir bien el seguro de salud para lo de tu azúcar, con tanto caramelito…
Al final, nuestros padres tenían razón, existen personas malas (seamos inclusivos, porque ahora también son mujeres) que te ponen un caramelo y es droga que te engancha a seguir consumiendo, aunque no quieras.
Ahora es hasta legal, porque no se hace con droga sino con un contrato con una aseguradora.
Ahora los malos no visten gabardina ni deambulan las puertas de los colegios, habitan las sucursales bancarias disfrazados con etiquetas de Zara, y acechan hasta que entres tu solo para darte el tocomocho.
Querido lector de esta carta semanal, ya se que soy pesado con esto de los bancos, pero recuerda a tu madre te lo decía ella también… y todos los días. A ver si aprendes ya…